Me peine con cuidado. Un poco de gel. Luego algo de loción y entonces me mire al espejo.  La camisa no combinaba. La cambie. Creo que una blanca, mas clásica, sería mejor. Me mire al espejo nuevamente y una sonrisa involuntaria se dibujo en mi cara. Nunca, ni para la mejor cita, me había arreglado con tanto esmero. Y no era para menos. Ese día mi cita era con más de 60 niñas y niños de la fundación San Mauricio que esperaban encontrar a Romeo y me verían a mi.

Sábado 3 de marzo, 6:30 de la mañana, y ya todos estábamos rumbo a la fundación. Con alegría pude constatar que no era el único que se había esforzado en verse bien. Parecía que fuéramos a una fiesta y no a una actividad de voluntariado de la Red Colombiana de Jóvenes RECOJO. Al llegar nos distribuimos. Unos al comedor, otros al teatro, todos de afán pues tocaba cuidar cada detalle y los voluntarios ya estaban en camino.

Llegaron y sentí como me recorría el cuerpo la misma sensación que me invadía antes de los parciales en la universidad. Una mezcla indescifrable de nervios y ansiedad. Ahí estaban frente a mi 60 voluntarios dispuestos a vivir un amor de leyenda, la historia de Romeo y Julieta, junto a los niños de la fundación. Pero, a diferencia de los parciales, esta vez no estaba solo. El Flaco y Trujillo tomaron sus ukuleles, los invitaron a hacer un circulo y como si fueran un experimentado dúo empezaron a cantar. Nose ni que cantaron, ni porque lo hicieron, pero entonces me sentí tranquilo…. La magia del Día D había comenzado!

Al poco tiempo niños y voluntarios se habían convertido en los clanes Montesco y Capuleto con sus respectivos escudos de armas, cantos de guerra y tradiciones. Verona dejo de ser un pueblo en Italia para convertirse en una cancha de basquetbol donde los clanes se enfrentaban. Yo estaba escondido, viendo todo detrás de una pared porque nadie podía ver a Romeo  y esperando ansioso que se anunciara la tregua para entrar en acción.

Al lado derecho de la cancha estaba el teatro al que invitaron a entrar a todos los participantes para ser testigos de la fiesta de tregua entre clanes. Ahí estaba yo, congelado en una esquina, disfrazado de Romeo y repasando mentalmente las dos líneas que tenia que decir mientras los niños se sentaban. Empezó la música y el escenario lo invadió el baile de María José y Carlos, miembros del elenco principal de la compañía de teatro musical MISI, que habían preparado un espectáculo con el que dejaron boquiabiertos a grandes y chicos. Luego subió al escenario, vestida con su traje de coronación, Thael Osorio, tercera princesa del Reinado Nacional de la Belleza e inevitablemente se iluminaron los ojos de las niñas al descubrir que una verdadera reina había llegado a la visitarlas. Ahora era nuestro turno. Uno por uno subimos al escenario e interpretamos la escena tantas veces ensayada: Saludar con una venia, caminar despacio, Romeo aparece en escena, Julieta no lo ve, se encuentran de espaldas y al verse… AMOR A PRIMERA VISTA! Entonces el narrador se convierte en cantante y como si estuviéramos dentro de una película empezamos a bailar un vals mientras todos son testigos del amor que esta naciendo. La canción se acaba y los primos de Romeo nos separan sin compasión. Julieta desconsolada sale del escenario y son los patriarcas de las familias los que toman la palabra:

– ¡Pueblo de VERONA! La única forma para que Romeo y Julieta puedan estar juntos es que pasen las pruebas que hemos preparado para ellos. Para eso necesitarán su ayuda. Todos los hombres salgan del Teatro y sigan a Romeo. Las mujeres esperen acá que ya viene Julieta por ustedes.

Ahí empezaba lo difícil. Teníamos que enseñarle a esos niños y niñas a ser verdaderos Romeos y Julietas. Nose en que momento salió a flote toda nuestra elegancia en la conquista pero pronto encontré a voluntarios y niños ofreciendo su mano a las damas, preparando serenatas y hasta buscando pequeñas flores para regalar. Las voluntarias ayudaron a las niñas a arreglarse y les enseñaron a portarse como unas princesas frente a los nuevos Romeos que llegaban por ellas para llevarlas a la Cena de Gala donde Romeo invitaría a bailar a Julieta. Al final, después de un flashmob para vestir las mesas y hasta un show de Tap, me paré frente a ese hermoso público de niños-romeos y niñas-julietas. Me dirigí con ademanes de respeto a los patriarcas para pedir permiso y poder bailar con mi Julieta. Pero antes, me pidieron explicara que había aprendido en ese día. Me quede callado. Pensé por un momento. Mire a los niños y dije:

“¿Por qué quiero bailar con ella? Hay tantas cosas que aprendí en esta aventura para conseguirla. Junto con mis romeos hoy descubrimos que queremos una mujer que cultive su alma con el mismo esfuerzo con que la mayoría cultiva su cuerpo. Que entienda que el único musculo que nunca se cansa es aquel que más debemos trabajar. El musculo del corazón. 

Buscando conquistar a mi Julieta entendimos que no existen técnicas de conquista. Debía ser yo y esforzarme todo los días por ser digno de mi amada. Viéndola a los ojos entendí que pude haber buscado una más bella pero nunca una mejor. Si en un principio su físico me atrajo, fue realmente su personalidad la que me enamoró.

Es que antes pensaba que el amor me permitía tener y me había olvidado que el amor es ceder. Darse. El amor se basa en renuncias y no en derechos. Hoy les pido su bendición para bailar con ella pues sueño con darle lo que soy.”

Ocho (8) parejas acompañaron el baile entre Romeo y Julieta con un cha cha cha preparado con anticipación que fue el cierre perfecto para ese día maravilloso. Los niños y voluntarios se fueron pero quedaron recuerdos tatuados en el corazón y la certeza que se puede llevar la magia a los lugares impensados solo si tenemos un grupo de jóvenes dispuestos a poner sus manos, mente y corazón en una causa. Dicen que una imagen vale más que mil palabras por eso les dejo estas fotos no sin antes invitarlos a que no se pierdan nuestro próximo Día D!

Si quieres ir a las actividades de RECOJO escribanos a voluntarios@recojo.net

A continuación las fotos del Día D Romeo y Julieta